martes, 1 de mayo de 2007

Odio



Apuntas y disparas, lo repites 30 veces. El odio es uno de los sentimientos más interesantes del hombre. El amor es sólo un crudo deseo fallido y limitado, la felicidad es efímera así como la tristeza. En cambio el odio damas y caballeros, el odio es un sentimiento fuerte, de fe, de convicción. El odio es tan trascendente y fuerte que merece todo mi respeto.

Matar a 30 personas “a sangre fría” a muchos les puede parecer algo totalmente insano y sin razón de ser. A mí no. Y no se espanten mis estimados lectores, no es que yo sea un insensibilizado total, es más bien que el mundo es mucho más violento de lo que se ve en una Universidad tecnológica de EEUU, mero día de campo, pero los reflectores siempre aumentan el color de la sangre. Siempre luce más roja cuando viene del país de hipócritas persignados y defensores de la paz mundial. “Assholes!” como dirían aquellos.

Más aún no me parece algo descomunal después de apreciar los ojos de este pobre hombre y ver que el que está muerto desde hace años por el odio del mundo es él. La sensación que debió tener al ver caer los cuerpos sin vida seguro fue de los placeres más grandes de su vida, la liberación total, y es que cuando uno puede tener la empatía de sentir lo que él sentía mediante sus videos, fotos y textos; las cosas cambian. Se comprende, aunque al menos en mi caso, no se comparte.

“Sus Mercedes no les bastaban, consentidos. Sus collares de oro no eran suficientes, presumidos. Sus fondos en el banco no les bastaban. Su vodka y su coñac no les bastaban. Nada era suficiente para satisfacer sus necesidades hedonistas. Tenían de todo.”

Es curioso que le comprenda tan bien siendo yo un excéntrico-moderno por excelencia, pero lo hago. El problema de la gente en estos tiempos que ya no sabe apreciar (apreciación - sensación - percepción) todos los sentimientos y discriminan algunos, así como seguramente hay mucha gente que no puede apreciar arte como el de Botero (la belleza a veces se encuentra en lo grotesco). A mi, no obstante, cosas como estas me fascinan y lo digo francamente: Afortunado Cho Seung Hui, el asesino de Virginia, cuya alma al fin puede descansar del gran tormento que vivía. Desafortunados los que nos tenemos que quedar para aguantar al mundo que pudo crear a un alma tan atormentada como esa. Amén.

Paz y Cho Seung Hui